domingo, 19 de mayo de 2019


Lee detenidamente el siguiente texto y, luego, responde.

¿Cuál es el futuro de la ciencia?
El siglo pasado fue un triunfo tal para los descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas que estuvieron tentados de creer que ya conocíamos casi todo de lo que es posible conocer sobre el mundo que nos rodea. Se argumenta que los principios generales sobre los que se basa el funcionamiento del mundo son conocidos; no hay descubrimientos adicionales radicales que realizar  y que lo que falta son simplemente cuestiones de detalle del mundo en que vivimos. Esta creencia es una ilusión, aunque en parte es una ilusión perdonable.
Hay también una poderosa (y algo contradictoria) corriente de opinión según la cual el ritmo de cambio tecnológico es actualmente tan grande que las instituciones sociales y políticas son incapaces de adaptarse con la suficiente rapidez y sensibilidad. ¿No será conveniente, por tanto, que se moderara de alguna manera el ritmo de la investigación, sino que, además, la habitual y persistente ignorancia de lo que en realidad es el mundo proyecta una sombra sobre los intentos de resolver los problemas globales que han salido a la luz recientemente.
En realidad, la ciencia moderna es aun comparativamente joven, pues solo data del tiempo de Copérnico, a principios del siglo XVI. El récord de descubrimientos desde entonces y el torrente de innovaciones tecnológicas provocadas por los descubrimientos son ciertamente notables. La ciencia nos ha ayudado a ser más sanos y más ricos de lo que podríamos haber imaginado hace, tan solo, algunos siglos. Pero no hay razón para creer que esté a la vista el fin de este proceso. Un catálogo de nuestra ignorancia crónica es prueba suficiente de ello. También es relevante el hecho de que la actual ilusión de conocimiento absoluto hay sido un tema recurrente en la ciencia.
El descubrimiento de los rayos X (1895), la radioactividad (1896) y el electrón (1897) mostró que no todo era correcto en la teoría atómica de la época. Ya antes, en la década de 1880, el experimento de Michelson-Morley puso en duda la idea de que todo el espacio estaba empapado de un “éter aluminífero”, necesario para sustentar la propagación de la luz (y en general de todos los fenómenos electromagnéticos);  esto condujo (en 1905) a la teoría especial de la relatividad de Einstein. Y al comienzo de este siglo, el redescubrimiento del trabajo realizado por Gregor Mendel en los años 1850 y 1860 sobre la herencia en plantas de guisantes pareció, aunque equivocadamente, invalidar el darwinismo por un tiempo. Este aparente conflicto no fue resuelto hasta un cuarto de siglo después. Nadie había oído hablar de genética en 1900; la palabra fue en realidad acuñada seis años más tarde. La ironía en este estado de cosas fue que los presagios de la revolución intelectual forjada dentro de este siglo no fueron, al principio, retos directos para la obtención de conocimiento.
A pesar del gran éxito del siglo que ahora se acaba, campos enteros que seguimos desconociendo llaman fuertemente nuestra atención. ¿Cómo, por ejemplo, cumple sus más altas funciones el cerebro? Todos los animales, excepto los más primitivos (los que están formados de una sola célula) tienen un sistema nervioso de este tipo. Su función esencial es transformar la información obtenida  por los sentidos en señales que activan la locomoción del animal, asegurando, por ejemplo que se mueva hacia una fuente de comida o que se aleje de una fuente de peligro.
Es claro que habría sido más ventajosa, desde un punto de vista evolutivo, la capacidad de recordar experiencias pasadas; un animal de este tipo habría sido capaz de obtener comida más eficientemente y de evitar el peligro más expeditivamente.
Por desgracia, a pesar de los heroicos esfuerzos realizados desde hace más de un siglo, todavía no se dispone de una comprensión clara de cómo se almacena la memoria en el cerebro. Aún se conocen menos las funciones superiores, de las que las personas están especialmente orgullosas (y, a veces, desmesuradamente) la facultad de hablar, por ejemplo, o de imaginar.
Los que trabajan en este campo de investigación están perplejos en lo que respecta a cómo se puede progresar en la comprensión de estas facultades. Lo que la neurología puede hacer es describir con el mayor refinamiento posible las funciones de las células del sistema nervioso y sus conexiones, pero hay mil millardos de células nerviosas en cada cabeza humana –tantas como estrellas en 10 galaxias como la nuestra- de manera que la perspectiva de ser capaces de reconstruir cómo trabaja un único cerebro humano por un procedimiento de este tipo es, en el mejor de los casos, muy remota. Con el rápido desarrollo de las computadoras, mucha gente ha intentado comprender el cerebro por analogía con una computadora, hasta ahora sin éxito. Parte de la dificultad está en que el cerebro no es una computadora del tipo de los que encontramos en nuestros despachos; algunos de los cálculos que lleva a cabo el cerebro están influidos, por ejemplo, por el ambiente o por estados emocionales.
John Maddox
(Ingles) (fragmento)

1.      Escribe en el recuadro la letra que corresponde a cada definición.

a)      Recurrente                          c) Especie
b)     Magnetismo                       d) Invalidar
Conjunto de seres con características morfológicas, genéticas y fisiológicas semejantes y que se reproducen entre sí.
Qué apareces o ocurre de nuevo después de intermisiones.
Dejar sin validez una cosa.
Propiedad de los imanes.

2.      Después de leer el texto detenidamente, responde.

¿Cuál es el futuro de la ciencia?

¿Te parece que se trata de un texto que emplea un lenguaje especializado, o consideras que el autor emplea un léxico accesible a la mayoría de las personas?
Justifica tu respuesta con argumentos.

3.      Algunas de las siguientes afirmaciones son verdaderas de acuerdo a lo que dice el autor en su texto. Otras son falsas. Marca con una (X) las verdaderas.
Ya sabemos todo de lo que es posible conocer sobre el mundo que nos rodea.

El ritmo de cambio tecnológico es actualmente tan lento que las instituciones sociales y políticas son capaces de adaptarse con la suficiente rapidez y sensibilidad.

Aún en el estado actual de la ciencia somos ignorantes.

Al final de su ensayo, el autor afirma que cualquiera que sea el descontento con la ciencia, debemos prescindir de la riqueza y de las oportunidades que nos brinda la investigación futura.

4.      Subraya la oración principal del siguiente fragmento del texto que leíste.
En realidad, la ciencia moderna es aún comparativamente joven, pues solo data del tiempo de Copérnico, a principios del siglo XVI. El récord de descubrimiento desde entonces y el torrente de innovaciones tecnológicas provocadas por los descubrimientos son ciertamente notables.
La ciencia nos ha ayudado a ser más sanos y más ricos de lo que podríamos haber imaginado hace, tan solo, algunos siglos. Pero no hay razón para creer que esté a la vista el fin de este proceso. Un catálogo de nuestra ignorancia crónica es prueba suficiente de ello. También es relevante el hecho de que la actual ilusión de conocimiento absoluto haya sido un tema recurrente de la ciencia.
5.      Reflexiona y contesta.
¿Qué te parece la forma en que el autor expone un tema tan complicado? Explica tu respuesta.

¿Cuáles son, en tu opinión, las principales urgencias a las que los científicos deben atender en primer lugar?

¿Consideras que la ciencia es aún ignorante? Explica tu respuesta.

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