Santiago Terrero
OBREROS…?
Ante la precaria situación,
la cual me encuentro,
mi jefe me dijo:
¡tienes que ser más rápido!
sin saber que hacer me marché de allí.
Mis pasos agigantados se disolvían,
al oír la voz ronca y grotesca,
todo era ambición, desconfianza,
atropello, malas miradas, todo!
Más sin embargo, una voz apacible,
amable, quieta, se apiadó de mí,
apoyó mi alma,
apoyo y confianza exiguas
eran mi lentitud.
La grandeza de unos a los otros, es y será,
la perfección que engalana el sordo grito,
que solo los hombres gloriosos desnudarán,
a través del serpenteado vaivén del pensamiento…
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